miércoles, 13 de agosto de 2008

Nos dejamos ...


Nos dejamos las manos

llenas de herrumbre

llenas

de incontables amaneceres

urdidos en la penumbra


El verso

casi nacido

de tu lengua

se muere de asfixia

inoculada


tu me dejas el llanto

aterido de frio

esperando

que mi humedo lucero

venga a rescatarlo


tu me dejas

las lagrimas

pasadas de soles

inundando todo

lo que me queda en el alma


tu me dejas

sentada en el olvido

como pajaros acuosos

que mueren en tu espalda


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto que la ausencia deja herrumbre en las manos y (tal vez) en el corazón.

Saludos.