Nos dejamos las manos
llenas de herrumbre
llenas
de incontables amaneceres
urdidos en la penumbra
El verso
casi nacido
de tu lengua
se muere de asfixia
inoculada
tu me dejas el llanto
aterido de frio
esperando
que mi humedo lucero
venga a rescatarlo
tu me dejas
las lagrimas
pasadas de soles
inundando todo
lo que me queda en el alma
tu me dejas
sentada en el olvido
como pajaros acuosos
que mueren en tu espalda
1 comentarios:
Es cierto que la ausencia deja herrumbre en las manos y (tal vez) en el corazón.
Saludos.
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